El demonio estaba pintado de blanco. No se si estoy mareado, le dije. Y el me miro y me compro solo con eso. Gracias por mirarme. Patético. Si lo se. Hordas de terapeutas y amigos que nunca veo me preguntan porque hago lo que hago. Por las calles laterales de San Isidro escapo. Llego al primer prostíbulo que encuentro y alli me encierro. Las putas al principio sorprendidas, me dan la bienvenida.
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