“Tenes media hora para soñar todo lo que tengas que soñar” decía atrás de la pantalla, en esa vieja película de los setenta, el malvado muñeco de madera. El siniestro y extraño muñeco de madera. Y atrás de esa perversión, de esa adivinanza, tal vez había un poco la liberación, eso es lo que pensaba. Pero a la noche soñé que estaba en un patio corriendo y buscando algo, que se me había justo recién ido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario