de que éramos pobres
y nos manteníamos
en nuestras casas
cocinando y cuidando
a tus sobrinos,
sabiendo que en las mañanas
estaríamos de vuelta solos
como al nacer.
pero mientras tanto, claro
sentados en hermosas
jaulas doradas
esperábamos y escuchábamos
ese violento jazz
caer.
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