lunes, 5 de abril de 2010

De chico me daba miedo que se termine el mundo y nos mueramos todos.
Por suerte mi madre me tranquilizaba mostrándome
La ciudad.
Entonces me decía, “Mira Tomasito, mira como la ciudad no se termina”.
Así aprendí de cómo hay infinitas esquinas e infinita ciudad,
nunca me iba a morir.
Pero un día descubrí la calle que sale de la ciudad, la única que tiene cuatro esquinas.
Y tengo una foto mía de repente poniéndome blanco.

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