sábado, 18 de diciembre de 2010

“Tenes media hora para soñar todo lo que tengas que soñar” decía atrás de la pantalla, en esa vieja película de los setenta, el malvado muñeco de madera. El siniestro y extraño muñeco de madera. Y atrás de esa perversión, de esa adivinanza, tal vez había un poco la liberación, eso es lo que pensaba. Pero a la noche soñé que estaba en un patio corriendo y buscando algo, que se me había justo recién ido.

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