lunes, 24 de mayo de 2010

Me meto en la ducha fria, fria, fria en invierno. La ducha en la terraza. Agarro el jabón y comienzo a limpiarme. La ducha fría. Los otros edificios (uno allá, uno más atrás, otro al lado de ese y uno que esta mucho muy cerca). Limpio las axilas y después las venas, la ducha fría en la nuca, tiemblo y mis pies se atan al piso, los levanto y hago algo así como un paso de baile, pero la ducha no deja mucho espacio para esto y tiemblo demasiado. No deseo ser una piedra, tampoco quiero convertirme en noche. El golpe frío en mi pecho, me apoyo en la pared para no caerme, el agua fría limpiara el resto, el jabón se cae, pienso que yo también lo hare. Y los edificios que me miran con sus luces y ventanas. Primero espanto, después diversión, aprendo a respirar mejor. Pongo el agua caliente, mi cuerpo se va va recuperándo. Arriba es de noche, abajo es de piedra. El agua caliente me devuelve a la vida, después de decir esto enciendo el agua fría y termino de salir de la ducha.

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