lunes, 6 de diciembre de 2010

Grandes palabras mordidas por los perros
Luego, muertas
Y desangradas.
Pero más desangradas
Que muertas.
Toda la calle bañada en blanco y negro
Entonces aparecieron los canas
Y creo que vimos una oreja
Del viejo caballo de madera
Por esa esquina
De ahí a la derecha.
Creo que los planetas nos sonreían
Y en mi infinita hipocresía
Y crueldad de ese día
Le dedique una canción
A Saturno
Y toda su mentira
Porque yo también fui su hijo
Y los hijos están obligados
A querer
A su padre, a pesar
De la masacre.
Corríamos y reíamos
Y huíamos de la cana
¿Y quienes éramos nosotros?
Nosotros éramos
Los perros que mordían
Las grandes palabras.

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